Entremón

5 de enero de 2014

Tras turnos de trabajo festivos y lluvias invernales, seguimos atentos a las previsiones del tiempo, que dan nubosidades en las montañas, por lo que nos decidimos por las premontañas. Rumbo al Sobrarbe, con un par de ideas en la cabeza, ninguna fija.

Y como vamos improvisando, damos un golpe de volante para entrar en Abizanda, que siempre nos saluda con su bonito perfil cuando pasamos por debajo.

Aunque no todos los historiadores se ponen de acuerdo, hay quienes dicen que el origen de Abizanda fue una fortaleza arábe. Lo que no se dicute es la primera referencia escrita, en la época de Ramiro I. Como era normal, fué pasando de mano en mano.

En el pueblo conservan casas tradicionales. Incluso alguna casa-fuerte con torreón defensivo. En otras se defienden con los también tradicionales amuletos, que son a la  par amenazas: Ojo que el dueño tiene armas y puntería.


La iglesia y la Torre. Junto a la iglesia hay un interesante museo de creencias y religiosidad popular donde cuentan las supersticiones de la zona, pero está cerrado. (Lo apunto en futuras visitas, con el museo de Adahuesca, se me acumula el trabajo)


La Torre. Me gusta. Es una construcción defensiva y fué empezada a construir en el S X, por los musulmanes. En el XI ya fueron los cristianos los que la construyeron, para lo que hicieron venir a maestros lombardos y venecianos, que le dieron este estilo. El piso bajo era almacén, en los intermedios había viviendas y la parte alta era defensiva. El corredor de madera que la rodea es ahora un gran palomar, del que salen volando un montón de palomas justo cuando nos acercamos.



Tras esta breve e interesante parada seguimos camino hacia el norte. Otro sitio junto al que hemos pasado cada vez sin entrar nunca es Ligüerre, y como parece que estamos tapando parches, entramos.
Ligüerre es uno de tantos pueblos oscenses abandonados. Los macroplanes de hacer embalses con la excusa de regar Monegros a la vez que se enriquecían las empresas hidroeléctricas, y conseguir el despoblamiento de la zona que sería una estupenda y enorme finca de caza para los de siempre forzaron su abandono. La construcción del embalse del Grado fué la excusa para expropiar sus tierras, y el pueblo quedó desierto en 1963. Años después el Estado, o en su nombre las confederaciones hidrográficas eran dueños de un enorme patrimonio en vías de destrucción. Ligüerre y el vecino Morillo empezaron a ser "ocupados" por sindicalistas que los medioadecentaban en vacaciones, y que consiguieron, en 1986, que les fueran cedidos, por el simbólico precio de unas 6000 pesetas al año, para su uso durante 50 años. A partir de entonces los reconstruyeron y dedicaron al turismo. En 1990 otro pueblo abandonado Griébal, fué cedido a los Scouts.

Nos tomamos un cafelito en el solitario bar del pueblo, amenizados por la tele con novelón a todo meter.


Y dando una vuelta por el pueblo decidimos ya cuál va a ser nuestro paseíto de hoy: El  Entremón.



La cabecera del pantano del Grado, en la desembocadura del Congosto de Entremón


El paseo recorre un camino tallado en el desfiladero que une los embalses de Mediano y de El  Grado. Sencillo, sombreado, sin apenas cuesta a pesar de las paredes que nos rodean. En lo alto de la otra orilla se ven los restos de un castillo, el de San Emeterio, en lo que promete ser otro buen paseo.




El sin "apenas cuesta" se ve compensado por los casi 400 escalones que hay que subir para llegar arriba de la presa y ver el pantano de Mediano. Bueno, en realidad no habría que subirlos, sino tomar un camino antes de entrar en el túnel que lleva a la presa, pero no nos fijamos en que está prohibido el paso, y nos vamos tan tranquilos hasta el final, un horrible muro de hormigón con central eléctrica abajo, y subimos tan tranquilos las escaleras. Será después, en la bajada, cuando nos daremos cuenta de nuestro error. Afortunadamente no hay nadie para reñirnos.

Comemos a orillas del embalse, enfrente de la torre de la iglesia de Mediano, lo único que se ve del pueblo inundado. Porque aquí sí inundaron pueblo. Expropiaron dando indemnizaciones miserables. Los habitantes no se fueron  hasta que el agua empezó a entrar en sus casas. No creían que el agua llegaría tan alta, pero tres días de lluvia sin pausa en abril de 1969 les obligó a subir sus bienes a las falsas de las casas y salir deprisa. Luego vendrían en barcas a recuperar lo posible, y comenzó su exilio, junto con los habitantes de  Morillo, Arasanz y Coscojuela, que también fueron expropiados en aras del progreso. Unos pocos se quedaron cerca, trabajando para el enemigo, la CHE.
En 1995 la CHE demolió las casas a golpe de dinamita, por "seguridad", así como la ermita de la Virgen de Monclús. Los vecinos consiguieron que no se cargaran la iglesia y el esconjuradero, que luego fueron restaurados. La torre es el elemento más característico del pantano, se asoma incluso con el pantano lleno y sirve de referencia para conocer el nivel de las aguas.


Mientras comemos pasan a nuestro lado dos chicos parlanchines a los que habíamos adelantado en el camino, y siguen hacia arriba. Nosotros nos volvemos hacia el coche.




Es prontito y sigue sin llover, así que nos vamos a dar una vuelta por La Fueva. Paramos a visitar Palo, donde nos volvemos a cruzar con los dos paseantes. Nos asomamos al Santuario de Bruis, donde hay una virgen milagrosa exterminadora de plagas.


Nos horrorizamos en el conjundo disneylandesco de Humo, empezamos a subir a Muro de Roda pero nos desanima que sea pista, y dado que uno de los atractivos del pueblo es sus vistas y que está todo nublado, desistimos. Cruzamos Tierrantona y subimos a Charo y Pocino. El valle de la Fueva es bonito, y no sería mal sitio para instalarse si no fuera por la cantidad de granjas de cerdos que hay diseminadas por él.

Y como fin de fiesta nos acercamos a Toledo de la Nata a visitar su iglesia de San Juan Bautista, una de las iglesias más antiguas del Sobrarbe, de antecedentes visigóticos-mozárabes y reconstruida en el S XI por maestros lombardos. Su triple ábside (trebolado) no es nada normal en estas tierras, sólo hay un par de edificios así en la provincia. Dentro hay pinturas, pero no las vemos.








Cerramos nuestro recorrido tomándonos un té en Aínsa, y volvemos para casa por el camino de siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario